21 jul 2010

La mirada de los mil metros



Recientemente me he sorprendido a mi mismo con lo que en Karma Letal llamamos "la mirada de los mil metros".
Pero antes de seguir, es necesario aclarar que esta frase no es de nuestra cosecha ni mucho menos, de hecho se la expropiamos hace muchos años a La Chaqueta Metálica y con el tiempo y el mal uso que le hemos dado, para nosotros la frase dejó de significar exactamente lo mismo que en la película.

Para quien no haya visto esta película o la haya visto pero no la recuerde bien, en cierta escena de la Chaqueta Metálica algunos soldados se jactan de tener esa mirada frente a algún soldado novato.
Y de nuevo según la película, se dice que ésta es una expresión que tienen todos aquellos que han peleado, que han estado en lo que en el argot militar de este film los soldados llaman "el fregao"...

Pues bien, en mi caso tengo que aclarar que aunque pasé algún tiempo en el ejercito, afortunadamente jamás tuve que entrar en combate, así que está claro que no uso esta expresión en el sentido literal que vemos en la película.
Para nosotros esa mirada no es la de un militar experimentado en combate frente a un soldado recién llegado o frente a un civil, sino simplemente es la distinción entre alguien veterano en cualquier cosa frente al novato que carece de experiencia.
Y aunque en la película dicen que quien tiene esa mirada parece observar directamente el mas allá como si estuviese un poco ido, en nuestro caso, esta mirada se parece mas a la mirada de un depredador frente a una presa desprevenida.

Bien, pues como decía al principio, me he sorprendido con esta misma mirada de la que os hablo recientemente, en mi puesto de trabajo frente a un par de novatos recién llegados.
Y ahora tengo que explicar algo antes de que aquellos que no me conocen se atrevan a juzgarme y es que no me considero mejor que nadie, de hecho ni siquiera me considero mejor que Bonecrusher, aunque en ese caso tenga buenos motivos.
Lo cierto es que no desprecio al recién llegado allí donde estoy, ni al novato, ni al nuevo, o como lo queráis llamar. Nunca lo he hecho porque al fin y al cabo, creo que todos hemos sido novatos o recién llegados alguna vez y no es bonito que te pongan barreras gratuitamente por el simple hecho de ser la cara nueva.

No, lo que desprecio es que un recién llegado se presente haciendo todo un alarde de ego, exhibiendo con descaro una total falta de la mas mínima prudencia y de ése saber estar que cualquiera que se presenta a un sitio nuevo, con gente que no conoce, debería tener. No es cuestión de llegar como un pusilánime, agachando la cabeza y encogiéndose de hombros ante los demás, pero tampoco se puede entrar como un elefante en una cacharrería.

Y ojo, que en este caso ya no hablo de tener cierta humildad, porque eso hoy en día es casi una quimera, sino simplemente de prudencia.

Pues bien, cuando aparece un chaval recién llegado de apenas dieciocho años y en dos palabras ya trata de explicarle a uno de mis compañeros el sentido de la vida con los aires de un veterano que está de vuelta de mil batallas, pues me hierve la sangre.
Y es entonces cuando me acuerdo de todas esas películas bélicas como la Chaqueta Metálica, El Sargento de Hierro, Jarhead y tantas otras donde el suboficial de turno se aplica con mucho oficio a explicarle a un puñado de listillos imberbes cual es la cruda realidad. Proyectando espumarajos de saliva a un palmo de sus rostros llenos de espanto, como manda el manual.

En su día me preguntaba el por qué de esas escenas, pero el tiempo me ha hecho comprender que es por algo tan simple y tan obvio que parece imposible que pueda llegar a suceder (y vaya si sucede...): la cosa es que el sargento le explica a los novatos que en el ejercito no son nadie porque si no lo hace, todos esos imberbes con aire embobado tomarán carrerilla, se armarán de ese valor que da la estupidez y terminarán explicándole eso mismo a él.
Y entonces terminaríamos presenciando con la boca abierta de puro espanto como el Soldado Patoso, en su primer día de mili, le explica con mucho cuajo al Sargento Hartman como se organiza un ataque con bayoneta.

La verdad es que hoy pienso que ese pequeño mal trago que en su día parece tan incómodo como innecesario, probablemente ahorra mucha vergüenza futura. A las dos partes.

7 jul 2010

El Señor de los Anillos y la Calva Unica

1. El Señor de los Anillos



Empezamos este tema con una trilogía de películas donde podemos observar de primera mano esta Teoría de Bar de la que ya os hablamos hace un tiempo. Si, ostias, esa que dice que los buenos del cine tienen pelazo y que los malos suelen estar como una puta rana.

Pues bien, en estas películas nos encontramos en el bando de los buenos a tipos como Aragorn, que ademas de lucir melena el tipo se permite el lujo de no afeitarse ni una sola vez durante estas tres larguísimas películas (suponemos que para humillar un poquito mas al calvo de la peli, del que hablaremos mas adelante).
Contamos con personajes como Boromir, otro que también era un poco cabrón, aunque creemos que no demasiado; ¿que por qué? pues la prueba de la bondad de este personaje está precisamente en que muere redimiéndose de un grave error, y sobre todo en que cuando muere, lo hace conservando todo el pelo.

También tenemos en el bando de los buenos a la pandilla de Hobbits, que tienen rizos hasta en los pies, a Gimli, que no tiene ni puta idea de lo que es una cuchilla, y bueno, qué decir de Legolas... no sé muy bien si debería compararle con una niña o con uno de esos afeminados de Tokio Hotel.
Pues bien, podemos seguir con los Gandalf, Theoden y Bilbo, de quienes nos choca que tengan esas matas de pelo a pesar de que tienen edad suficiente para pasarse las tardes jugando a la petanca y las mañanas agarrados a las vallas de cualquier obra de Hobbiton, diciéndole al peón de albañil de turno cuanta agua hay que echarle a la mezcla para que tire.

¿Y qué pasa con el malo de la historia? Pues que el Señor Oscuro no aparece ni una sola vez sin yelmo en las mas de 12 horas de peli que tenemos con los extras. Tal y como lo oyen. ¿Por qué? Pues muy sencillo; la verdad es que Sauron era el único del reparto que se peinaba desde muy atrás (Gollum no cuenta, que estaba hecho por ordenador) y este hombre pues se fue envenenando mas y mas solo de ver el pelo que tenían el resto de actores del reparto, y la cosa llegó hasta el punto de que se negó a salir en un solo plano sin su yelmo.
De hecho, sabemos de primera mano que Sauron le dijo a la productora que ese famoso primer plano en el que aparece agitando el puño como un hincha de fútbol solo lo rodaría calzando yelmo, y que si Peter Jackson, o su santa madre en chanclas tenían algún reparo con ese detalle, les dedicaría un primer plano de lo que él llamaba en la lengua negra el "tercer ojo".
Se dice que este infame contenido se llegó a filmar y que aparece oculto en los extras de uno de los cientos de DVDs que componen la trilogía y que se accede pulsando triangulo, cuadrado, triangulo, y haciendo una media luna con el mando a distancia.
Ya nos contareis que tal, si es que alguien consigue volver a configurar su televisor de plasma después de un par de intentos.

Pues bien, siguiendo con el tema que nos ocupa, lo cierto es que no podemos evitar hacernos una terrible pregunta...
¿Qué tipo de calvicie sufría el bueno de Sauron para que después de que le quitaran el yelmo de una ostia delante de todo un ejercito se escondiese en Mordor durante miles de años?

¿Y por qué Gandalf, con la edad que tiene, o el propio Saruman, otro abuelete de la misma quinta que también se ha metido a hacer magia ya con 80 años ( ojo lo que se aburren los jubilados), tienen en cambio el pelo como una jodida modelo de champú?


Seamos serios, señores. Sauron es el malo del Señor de los Anillos, si, pero ver a Gandalf luciendo esa melenita plateada de modelo elfa, y que aparezca como si estuviese recién peinado hasta justo después de resucitar, es algo que me hace comprender mejor que nuestro entrañable villano dedicase sus tardes libres a la noble tarea de mandar a tomar por culo toda la Tierra Media.

Y es que en Karma Letal tenemos la convicción de que cada uno es libre de emplear el tiempo que antes tenía para peinarse en lo que le da la gana.

4 jul 2010

Parecidos razonables

Reciéntemente salieron a la luz unas fotografías de la revista Vogue en las que salía una modelo posando con aspecto muy masculino y en las que todos los medios reconocieron a Lady Gaga.
Los fotógrafos de dicha revista no soltaron prenda acerca de la verdadera identidad de la misma.


Pues bien, los especialistas que componen el equipo de Karma Letal han conseguido distinguir quien se esconde detrás de esa anonimato:

Efectivamente... es Loquillo.
No sabemos como nadie se ha dado cuenta antes pero es lo que hay... el roquero más pedante del panorama español se ha metido a modelo para la revista Vogue, se vé que la música ya no dá suficiente dinero para comprar gomina.